dimecres, 6 d’octubre del 2010

Joseph L.Mankiewicz. Eva al desnudo


Joseph L.Mankiewicz, de origen polaco, perteneció a una familia en la que algunos de sus integrantes fueron sobresalientes en el mundo del cine, como su Hermano Herman y posteriormente sus hijos Ben y Cristopher. Fue alumno de Lubitsch, pero como afirma su propio hijo Cristopher, ya citado, el alemán vio pasar el desfile y se quedó detrás, análisis que compartimos al analizar su pieza En qué piensan las mujeres. Por el contrario Mankiewicz supo ver que el futuro del cine se basaría en el desarrollo de la diégesis que lo iría aproximando a la realidad y se poblaría de coches explotando, trenes chocando, ruidos...; se engaña quien no lo ve así. En mi ciudad, Valencia, una de las más ruidosas de Europa, la contaminación acústica llega a tal punto que si suena el móvil cuando deambulas por sus calles no lo oyes. Muchos se ponen alarmas patéticas que semejan prótesis auditivas, con el fin de subsanarlo. Por el contrario este mismo artilugio en una sala de proyecciones, por muy estentóreo que sea el film, molesta extraordinariamente al espectador.

Dicho ésto, Cristopher Mankiewicz afirma que desde el punto de vista del guión Eva al desnudo (All about Eva) seguirá siendo uno de los grandes films de la historia, pero el cine es un medio visual y como tal a la obra de su padre le falta un poco de locura, imaginación y estética; Mankiewicz no era un director visual y siempre le faltaba ese punto de fantasía; sus mise en scene eran teatrales, con gente que entra y sale en
escena dando portazos y sus historias eran lineales. Éstas eran sus limitaciones.

El autor era un gran observador y eso le convirtió en un director del comportamiento humano, aunque la magia es algo más que eso; por el contrario Howard Hawks, con guiones
tontos, trasladaba su química a la pantalla, ha dejado frases célebres y el recuerdo de actuaciones como las de Humphrey Bogart o Lauren Bacall. Su obra ha sido el referente de los más grandes directores de la posteridad. Mankiewics era un hombre sofisticado, con un sentido del humor sofisticado y sus intereses eran el control de su obra, el dinero y las mujeres. Frente a los que ahora acusan a muchos directores de venderse por el taquillazo él lo tenía así de claro: "Hay que ser honesto consigo mismo y no hacer cine snob para snobs, porque acabarás pronto. Si pretendes hacer una mierda y encima luego no ganas dinero, sólo te queda la mierda". Así de rotundo en la memoria de su hijo.

Ser un buen director no supone en absoluto ser un buen hombre, y, oyendo a Cristopher observas las heridas que dejó en su familia. Su mujer, la austriaca Rose Stradner, una actriz de categoría, que trabajó entre otros con Otto Preminger, apartada de forma egoísta por él de los escenarios y los platós, acabó suicidándose, tras una vida sumergida en el alcohol, el desprecio y la depresión, e inspiraría el papel de Margo Channing en el film que comentamos; era un mujeriego, con algunas pasiones notables y notorias, que apartaba a sus hijos enviándolos a colonias de vacaciones o a su cuarto, para que no le molestaran. Ellos le guardan este rencor, aunque no dejan de quererlo como padre; si Mankiewicz desnudó a Eva, sus descendientes lo han desnudado a él, que buscando siempre lo políticamente correcto, odiaba que su vida íntima apareciera en la prensa. Hoy el desarrollo de las audiovisuales permite que muchos que no tenemos acceso a círculos restringido del mundillo cinematográfico, que el cineasta odiaba, si lo tenemos a mucha información sobre su biografía y su obra por medio de los contenidos extra de los DVD (Kenneth Geist). Ciertos mundos también se derrumban con la democratización del acceso a la información.

Eva al desnudo es un film sobre el mundo del teatro y lo que ocurre entre bastidores, sin embargo cuando quiso hacer lo mismo con el mundo del cine ( La condesa descalza ) fracasó. La explicación reside en que hubiera sido un buen director de teatro, pero se apartó de él porque en este medio el control lo ejerce el autor (peleas entre autor y director en la película) y él lo quería todo para sí. Pero no le interesaba lo propiamente cinematográfico ni su parafernalia, no le interesaba la cámara, y los técnicos no tenían ni un ápice de libertad para moverla. El guión de esta película fue publicado por Random House, como guión teatral.

Es inevitable que un creador vuelque sus ex
periencias en su obra, como el espectador lo hace cuando mira. Mankiewicz era amigo de psiquiatras y psicoanalistas, y sus obras son psicodramas. Sus personajes están inspirados en las personas que pululaban a su alrededor, y fiestas como la de abróchense los cinturones eran habituales en su hogar, con una anfitriona borracha y organizando saraos. Pero era un buen observador del comportamiento de cualquier mujer, como Eva, Karen o Phoebe y traslada el terror y el miedo que se palpa en el mundo del cine ante los nuevos talentos y a ser desplazado por ellos. Éste es el núcleo de la trama; el periodista Edison (George Sanders) que conocía, manipulaba y odiaba el mundo del espectáculo (como lo hacía Mankiewicz), del que sacaba provecho gracias al conocimiento de sus miserias, describe a Eva como una mujer inverosimil, un tigre como él, que desprecia a la humanidad, de insaciable ambición e incapaz de amar y ser amada. Eva se esconde tras un disfraz, una máscara de sumisión, que lleva a extremos exagerados; el crítico le advierte de que tan malo es no tocar la trompeta en ninguna ocasión como soplar demasiado fuerte. Todos llegamos al mundo con nuestros pequeños egos, provistos de trompetas individuales y si no las tocamos ¿quién va a hacerlo? El director, hombre republicano y conservador, era contrario a mostrar actitudes políticamente incorrectas y aquí si funciona la sutileza cuando nos sugiere el lesbianismo de Eva con dos o tres pinceladas: su pelo cortado a lo garçon, cuando nos la muestra cogida de la cintura de una mujer en su pensión, tras tender una trampa al autor de la obra que se representa, o cuando en la escena final invita a una joven, Phoebe, que se ha deslizado en su habitación con las mismas intenciones que le animaban a ella respecto a Margo, a quedarse a dormir.

Karen es la mujer que, entregada a su marido (el autor teatral) y llena de bondad, descubre que no tiene nada que ofrecerle; mujer sin talento, tendrá que soportar que
constantemente le sea infiel. Pero también nos mostrará a jóvenes bellas pero sin inteligencia, que merodeaban por Hollywood, intentando salir de la pobreza a través de la pantalla, como Thelma (Marilyn Monroe), u otras ya desplazadas tras haberla traspasado, que consumen el resto de su vida haciendo el papel de sirvientas de las divas.
Son interesantes los momentos del espejo; Margo (Bette Davis) sobrepasada la cuarentena y representando siempre en la ficción papeles de jóvenes ve en su reflejo su verdadera realidad: ya no es esa muchacha que diariamente representa; Phoebe, cuando se prueba el abrigo de Eva ante un triple cristal produce una multitud de imágenes, de dobleces y recovecos de ella misma. La historia es circular y en este caso se repite.

Eva entra en el mundo de una diva decadente con la intención de arrebatarle todo: su puesto, su prestigio, su hombre...pero se pasa de frenada y cae en manos del crítico teatral, un hombre tan desaprensivo como ella, y, aunque triunfa profesionalmente y recibe un galardón de
prestigio como el premio Sarah Siddons, pierde el honor y el calor humano de aquellos en quienes se apoyó, hundiéndoles de paso en su ascenso.

Este gran observador que fue Mankiewicz supo ver el alma de las mujeres, no de la Mujer, en todos y cada uno de sus personajes femeninos, y llevar a la pantalla una obra memorable, una buena reflexión sobre las distintas sensibilidades, aspiraciones, derrotas y triunfos de éstas, en su lucha por situarse, en la cima de su éxito, en la decadencia y en la pobreza. George Sanders, que en esta película hizo el papel de su vida, se suicidó en Castelldefels; quienes trabajaron con él observaron la oscuridad, la tristeza que rodearon su vida.


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