dimecres, 14 de juliol del 2010

Persiguiendo a los maltratadores. El caso Wells



Una leyenda, que presenta el film, El caso Wells, y recita una voz en off, reza así: "Alguien dijo que el que lucha contra monstruos ha de intentar no convertirse en un monstruo. Si miras dentro del abismo, el abismo también mira dentro de tí. Ese 'alguien' es Friedrich Nietzsche.

Este comienzo merecía una buena historia, y las palabras que la misma voz en off pronuncian a continuación parecían augurarlo : "estamos todos dentro de tí, pero los momentos decisivos no se prevén" . Pero su autor, Lau Wai-Keung, cuyo nombre americanizado es Andrew Lau, obnubilado por el modo de representación convencional americano, se pierde en monólogos internos monotemáticos del protagonista, que intentan representar sus emociones asociadas a los recuerdos del pasado, acompañados de flashes que le impactan, como un electroshock, flashforwards y flaschbacks, una edición desmadrada y un tratamiento del color excesivamente filtrado, a veces casi blanco, como quemado por el sol. Es cierto que el protagonista, Errol Babbage (Richasrd Gere), agente federal especializado en delitos sexuales, vive atormentado por las imágenes que ha acumulado en su cerebro a lo largo de su trayectoria profesional, pero 'esto' podía haber sido tratado de otra manera y no con esa mezcla thriller-conflicto social, que abarata el asunto.

Andrew Lau, como lo vamos a llamar a partir de ahora, porque él lo ha elegido así, , saltó a la fama en China ( Hong Kong ) por la saga Young and Dangerous, que más que adaptación supone un préstamo del cómic Teddy Boy (1992) de Lun Yu-Kwok y Man Kam-Hung, usado como story board de los cuatro films que la componen. Incluso utiliza alguna viñeta como elemento de transición entre secuencias.

Como hemos dicho su elección podría haber dado lugar a una buena historia que, además necesita ser tratada: cómo influye en los que persiguen los delitos sexuales contra mujeres y niños, en el moldeado de su personalidad, las imágenes con que se enfrentan habitualmente, que puede convertirlos en seres insensibles, tan perversos como los criminales, y que les puede conducir a cometer abusos de poder contra las personas que han delinquido. Llegado a este punto, las jerarquías funcionariales deciden sustituirlos. En esta ficción el protagonista, desconfiando de sus compañeros, elige el perfil de la persona que debe realizar su trabajo en el futuro: una joven que se ha criado en un hogar en el que estaba instalada la violencia doméstica, en el que el padre agredía constantemente a madre e hijos, Allison Lowry (Claire Danes). ¿Qué espera de ella ? que tenga el suficiente rencor para acabar con una lacra americana, presentada al comienzo del film como un reto: "En Estados Unidos se agrede sexualmente a una mujer o a un niño cada dos minutos." El autor conoce bien los códigos del análisis feminista de la división de roles en los ámbitos público/privado como origen de muchas discriminaciones y violencias, cuando pone en boca del protagonista estas palabras: "Esas personas, en público, son gente decente y responsable y te miran a la cara". La violencia queda relegada al ámbito de lo privado, que hará formular a muchos teóricos que también lo personal es político.

El agente cuenta con un grupo de ex-convictos por delitos sexuales y de género, como una especie de confidentes, (originalmente el título era The Flock, el rebaño, como llama Nietzche a las masas), a los que presiona para resolver su último caso: el secuestro de Harriet Wells. Pero, como ya hemos dicho el tratamiento con abyectos criminales ha producido cierta incapacidad crítica en el agente, que acaba viendo todo bajo el mismo prisma, incluso el beso de una pareja en una cafetería, que en el colmo del delirio confunde con la agorafilia, lo que hace recomendable su sustitución en bien de toda la comunidad. Así lo ve la mujer que, después de trabajar bordeando la ley con Errol, decide cambiar de trabajo y emplearse como registrant administrator.

El mayor error que comete el autor es tratar el tema como thriller (manos cortadas, cuerpos seccionados, asesinatos múltiples), lo cual convierte en un asunto de cuatro locos, que tiene controlados el agente federal, lo que contradice su aserto inicial de que en EE.UU se agrede sexualmente a una mujer o un niño cada dos minutos. Este problema social no se combate con un agente federal, policía o no, pues escapa a las posibilidades de un hombre por muy héroe que sea, ya que no puede penetrar en todos los hogares y controlar las creencias y costumbres de sus conciudadanos. Es un asunto de estado el cambiar, por medio de la educación, los hábitos de una sociedad para que no acabe creando el mundo en el que cree. Salvo qaue el autor haya querido emblematizar a Errol como representante de todos los agentes federales que persiguen los delitos sexuales y al grupo de facinerosos en símbolo de los agresores sexuales; si este es el fondo no ha sabido elegir la forma.

Conclusión: grandes planteaminetos nietzcheanos, grandes estadísticas estatales,
para acabar haciendo un thriller de asesinos en serie, con agentes federales (no policías), buenos o malos. Un dato más: la peor de la banda es una mujer, que había estado casada con un asesino sexual, ejecutado a causa de sus crímenes, y que disfrutaba con ellos. Sabemos que no sólo las mujeres pueden resultar desempoderadas, sino estar en la otra orilla, pero este final nos parece un fiasco.

El personaje masculino está bien emblematizado como ser productor, según el modo de representación convencional, con su ego ideal enmarcado en su lugar de trabajo, con sus libros, sus archivos..., cuya pérdida supone la muerte simbólica, la castración del protagonista; de ella, Allison Lowry, conocemos el hogar, 'esa es la imagen especular' que nos devuelve la pantalla, rodeada de sus muebles y sus objetos más intímos, aunque no demasiado femenina, para obviar lo obvio. Y es ella también la que, aunque sabe que los momentos decisivos no se prevén, entiende cuando ha llegado el momento de no seguir el itinerario marcado por Errol, gracias al cual, por otra parte, a su coraje, su valentía, se salva la joven Harriet. Esta claro: el hombre a producir, la mujer a cuidar. Es evidente que no se ha hecho mucho en otras partes del mundo para mejorar el sistema sexo/género occidental y burgués.

No todo lo que empieza bien acaba de la misma manera. Pensamos que no es superficial el tema que quiere tratar, y, todos sabemos que ciertas experiencias nos marcan, siendo casi cotidianas. Con un poco de imaginación nos podemos representar a qué se enfrentan las personas que actúan en los escenarios de los crímenes,. muchos de los cuales precisan después tratamiento psicológico. El tratamiento de la forma del film ha distorsionado todo esto y se ha perdido una oportunidad de hacer rfeflexionar a las masas que llenan las salas de los cines.

Propuestas didácticas:

Debemos fijarnos en la forma en que aparecen representados un hombre y una mujer para el desempeño de una tarea social como la abordada por el film.



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