dilluns, 4 de gener del 2010

QUEREMOS EL PAN, PERO TAMBIÉN LAS ROSAS


El periódico Público nos ofrece hoy dos artículos sobre los problemas que esperan a los jóvenes que quieren independizarse. Muchas veces se ha ironizado sobre los hijos que se resisten a abandonar el hogar paterno para hacerse una vida propia de persona madura. No obstante, leyendo los artículos hay un aspecto que me ha sorprendido, porque no recuerdo en mi ya larga vida que haya tenido que renunciar a una de las comidas del día para poder cumplir con los gastos del mes. Esto es lo que dice uno de los entrevistados. Si alguien quiere verificar que lo que digo no me lo he inventado, puede consultar directamente la fuente: "No tengo móvil y no me compro ropa desde hace tiempo".

Ha pasado más de medio siglo desde que yo nací y según nuestra idea del progreso, esto no debería de pasar. Pero además se repite a menudo; estamos "ante la juventud mejor preparada de todos los tiempos. ¿Luego, qué pasa? ¿No tenemos derecho a beneficiarnos de los progresos humanos, como el móvil o Internet? Porque, como bien es sabido, todas las acumulaciones capitalistas se han producido, desde que este sistema existe, con el sacrificio de la mayoría que se ha "apretado el cinturón para que se pudieran realizar las inversiones necesarias que exigen las transformaciones productivas".


El que quiera leer más sobre la precaria situación de estos héroes de la independencia puede hacerlo en el otro artículo del mismo periódico, "Los jóvenes gastan el 42% de su sueldo en alquiler". O sea que, antes había que tener mala conciencia por haber picado y comprado un piso cuyo precio era exorbitante. Ahora que parece que se han desencantado tienen que hacer frente a unos alquileres exagerados. ¿No será que el problema procede de unos salarios surrealistas, si lo que se pretende es que con su cuantía se haga frente a pagar el techo donde cobijarse, los muebles, la luz, el agua, la comida, el autobús- porque ni coche ni móvil- los zapatos y la ropa para no ir desnudos a trabajar?


Porque ya se sabe, si no pones gasolina el coche no marcha y si no comes no puedes ir a trabajar, la máquina se para. Pero como los pisos están tan caros-tanto en su modalidad de compra como de alquiler- ¿No estaremos sugiriendo a nuestros jóvenes, esos que son el futuro, que vivan en comunas, antes tan criticadas por cierto? Y de casarse....ni pensarlo. Luego nos quejamos de que perdemos población...¿Quién se aventura a tener hijos en estas condiciones?

Por otra parte, el salario de las mujeres está 10 puntos por debajo del de los hombres...esto además, por ser mujeres, aunque sean licenciadas.

A la luz de estos artículos me ha venido a la mente el eslogan de las trabajadoras argentinas de Brukman: "No pedimos...¡Exigimos! nuestro derecho al pan, pero también a las rosas".

Parece que este eslogan fue utilizado por primera vez en EEUU por las obreras textiles de Lawrence en Massachussets en 1912. Una de sus huelgas es conocida como "La huelga del pan y las rosas" como rezaba en sus pancartas e inspiró un poema de James Oppenheim, poeta y activista del sindicato IWW (Industrial workers of the world). El que esté interesado puede leer el poema en el siguiente enlace: "Bread and roses"

Lo dicho, ¡Queremos el pan pero también las rosas!...que para eso nos sacrificamos.

Colaboración de GEOGRÁFICA

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